viernes, 26 de noviembre de 2010

De la cultura de la remezcla a la creatividad colectiva


Me ha gustado el artículo de Adolfo Estalella. Comparto con él el hecho de que el soporte sobre el que se sustenta cualquier manifestación cultural influye sustancialmente en la propia concepción de la obra y su posterior difusión. Quizá fue la imprenta de Gutenberg (1450) la que más influyó en hacer a la producción cultural inmutable y al autor auparle en un pedestal. Debemos agradecerle a Gutenberg que la cultura de los libros pasara de manos de una pequeña elite a capas más amplias de la sociedad, que más gente aprendiera a leer y se dedicara a crear obras escritas, frente a la tradición oral de siglos anteriores.
Me parece que la tradición oral de la literatura tiene algo que ver con la mutabilidad de la creación que está presente actualmente en la digitalización de la cultura. Antes de 1450 el pueblo recibía la literatura de mano de los juglares. Estos iban de pueblo en pueblo cantando las gesta de los héroes del momento. Ellos mismo con la ayuda de su público modificaban la obra cada vez que la ponían en escena, la recreaban, la transformaban y variaban acorde a su gusto y al gusto de su audiencia. ¿Alquien tildaba de plagiadores a estos juglares? ¿Quien firmaba estas obras no escritas? Todos ellos eran los creadores, que con mayor o menor acierto, recreaban la idea original.
Algo parecido ocurre hoy en día desde que la producción artística (o no tan artística) se ha digitalizado y ha pasado a ser patrimonio de todo aquel con acceso a Internet, y a la Web 2.0, porque no olvidemos que todo esto es innato a la Web 2.0. Todos pasamos a ser creadores (¿o copiadores? ¿o recreadores?). Nuestro concepto de la autoría cambiará como cambió con Gutenberg y generaciones venideras lo constatarán en la historia de la cultura. Estamos ante una nueva época. Tenemos suerte porque somos los pioneros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario